domingo, 28 de diciembre de 2008

Evento: LO MEJOR DEL 2008 (Conclusión)

Y llegó el momento de elegir lo mejor de las Artes Escénicas en este fructífero año 2008 que irremediablemente se nos va.

Definitivamente las grandes ausencias en mi encuesta fueron llenadas por los comentarios y sugerencias de los internautas que se animaron a participar y que pueden revisar libremente en la sección de comentarios de cada entrada del blog. A todos ellos mi total gratitud y mi compromiso de asistir a más espectáculos teatrales el próximo año.

Pero empecemos por el principio:





De acuerdo con la votación realizada por el Decano de la Prensa Nacional, los ganadores en los rubros de teatro fueron:

MEJOR OBRA DEL AÑO: "La prueba" de David Auburn
MEJOR DIRECTOR DEL AÑO: Francisco Lombardi por “La prueba”
MEJOR ACTRIZ DEL AÑO: Wendy Vásquez por “La prueba”
MEJOR ACTOR DEL AÑO: Carlos Carlín por “Una gran comedia romana”

Definitivamente “La prueba” caló hondo entre los votantes de El Comercio, relegando la labor cinematográfica de Lombardi, quien también competía en otro rubro con su película “Un cuerpo desnudo”. Sobre Wendy Vásquez no hay mucho que agregar, una de las mejores actrices de su generación. Y el divertido Carlos Carlín demostró, una vez más, sus dotes cómicas en el Teatro del Peruano Japonés.

Y los resultados de mi encuesta, en la que sólo incluí espectáculos y teatristas que tuve oportunidad de apreciar, fueron los que siguen a continuación:

Mejor obra alternativa: GUERRAS PRIVADAS

Mejor obra comercial: Otra obra no incluida seguida de EL BESO DE LA MUJER ARAÑA
Mejor actor: FERNANDO FERNÁNDEZ por “Los ríos profundos”
Mejor actriz. FLOR CASTILLO por “Los ríos profundos”
Mejor director: MARIO DELGADO por “los ríos profundos”








“Guerras privadas”, un irregular espectáculo teatral, terminó siendo la obra alternativa favorita de la encuesta. También de acuerdo a los resultados, no se consignó en la misma a la mejor obra comercial; en todo caso la segunda mención fue para “El beso de la mujer araña” dirigida por Chela De Ferrari, con la magnífica actuación de Paul Vega. El resto de ganadores forman parte del grupo de teatro Cuatrotablas, quienes consiguieron excelentes resultados con su propuesta para este año: “Los ríos profundos”, con las actuaciones de Flor Castillo y Fernando Fernández y con la dirección de Mario Delgado.

En cuanto a mi humilde criterio, la decisión fue muy difícil, pero llegué a una conclusión, que en todo caso, nadie tiene porqué aceptarla. Es sólo mi apreciación personal. EL OFICIO CRÍTICO y quien escribe decidieron que los ganadores del presente año fueran los siguientes:

Mejor obra alternativa: N. A. NINGUNA DE LAS ANTERIORES
Mejor obra comercial: LA NONA
Mejor actriz. GRAPA por “Recontrahamlet” y “La nona”
Mejor actor: MANUEL GOLD por “Karaoke” y “Los Número Seis”
Mejor director: ROBERTO SANCHEZ PIÉROLA por “Interruptor”

Debo reconocer que quedé gratamente sorprendido con el notable trabajo realizado por los directores Mario Ballón y Carolina Barrantes y de todo su elenco en El galpón.espacio con su obra “N. A. ninguna de las anteriores”, una feliz combinación de danza, teatro, performance e instalación perfectamente engranados y que nos regalaron algunas imágenes y momentos para el recuerdo.

Si bien es una reposición, pareciera que la genial comedia de Roberto Cossa, “La nona”, no tiene pierde. Nuevamente el actor y director Giovanni Ciccia nos regaló esta desopilante historia de la anciana que se come todo, incluida a su familia entera, con algunas actuaciones antológicas, entre ellas las de Christian Ysla y Grapa.

Y es justamente esta amable señora de nuestro hermano país del Sur, quien se convierte en nuestra favorita. Y lo hace con dos reposiciones (“Recontrahamlet” y “La nona”), pero deja en claro que no hay papel chico, sino actor chico. Grapa es capaz de decirlo todo con tan sólo un gesto. Y que pena que me perdí “La piel de Elisa”. Grande.

Y si bien es cierto, “Karaoke” y “Los Número Seis” me parecieron fallidos montajes con aciertos parciales, un actor logró salir airoso de ambas puestas en escena, derrochando gran carisma y un dominio de escena como pocos. Manuel Gold, estoy seguro, nos deparará gratas sorpresas en el futuro.

Y para cerrar, no puedo dejar de mencionar al director del grupo Cuer2, Roberto Sánchez-Piérola y al excelente montaje que presentara este año: “Interruptor”, obra finalista de la Muestra Regional Lima-Ica-Callao del presente año y que lo confirma como uno de los directores jóvenes con mayor proyección en nuestro medio.

Para todos ellos mis felicitaciones y mi agradecimiento por los buenos momentos que pasé al estar sentado en una butaca como simple espectador, disfrutando de ese gran espectáculo llamado teatro.

Hasta el 2009. ¡Feliz año nuevo!

Sergio Velarde
28 de diciembre de 2008

Crítica: ARSÉNICO Y ENCAJE ANTIGUO


Estilos actorales diferentes 

¿Por qué un espectáculo teatral con un buen texto, un buen director y un buen elenco, no logra alcanzar la perfección al ser llevado a escena? Las razones pueden ser varias, pero existe una muy particular, que ha sido una constante en varias obras que tuve ocasión de ver: son los diferentes estilos de actuación los que generan el desnivel en la puesta en escena. No se trata de que existan estilos malos o buenos, sino que simplemente son diferentes y el director de la obra tiene la responsabilidad de orientarlos hacia un mismo objetivo.

Existen directores de teatro que aún persisten en juntar en escena a actores de diferentes calibres, niveles y talentos, para darle (según ellos) mayor variedad y dinamismo a sus montajes, cuando lo único que consiguen son espectáculos irregulares con algunos momentos soberbios, pero rodeados de escenas sin fuerza y sin ritmo. Y los ejemplos saltan a la vista: los elencos de “Interruptor”,Los ríos profundos” o “N. A. Ninguna de las anteriores” manejan los mismos códigos y estilos, logrando montajes inolvidables. En cambio, otros elencos no logran actuaciones parejas como en los casos de “Karaoke” (destacando Manuel Gold) o en “Peruchos” (destacando Ana Pfeiffer). Y la lista sigue.

Arsénico y encaje antiguo”, último montaje del año que alcancé a espectar, no escapa a esta regla. A destacar eso sí, el riesgo del director David Carrillo por llevar a escena una obra que puede ser anticuada para pocos pero con gran “encanto” para muchos. Escrita en 1939 por Joseph Kesselring, “Arsénico…” logró un fulgurante éxito en Broadway e inspiró una notable comedia cinematográfica dirigida por Frank Capra y protagonizada por un divertidísimo Cary Grant.

Un joven crítico de teatro, llamado Mortimer Brewster (Marco Zunino), debe enfrentar en una sola noche a su desquiciada familia: sus tías Martha y Abby (Hertha Cárdenas y Elva Alcandré), que pasan los días envenenando a solitarios ancianos con una copa de vino; su hermano Teddy (Oscar López Arias), quien cree ser el mismísimo presidente Roosvelt; su prometida Elaine (Natalia Cárdenas), constantemente relegada y la inesperada llegada de su otro hermano Jonathan (Pietro Sibille), un maniático prófugo de la justicia con la cara desfigurada por su compinche, el Dr. Einstein (Gonzalo Molina).

Una obra divertida y entretenida, con luces, sonido y escenografía sin tacha, como nos vienen ofreciendo de un tiempo a esta parte David Carrillo y Giovanni Ciccia en el Teatro de la Biblioteca Nacional, pero con un elenco numeroso que genera un notorio desnivel actoral en el resultado final.

Ahí está Pietro Sibille, un actor competente de cine y teatro, ganador de algunos premios internacionales, pero completamente sobreactuado como el hermano maléfico de Mortimer, gesticulando y gritando desaforadamente y sudando copiosamente desde el inicio. En contraste, la madurez y el oficio de Gustavo Mac Lennan se dejan notar en dos sensacionales y precisas caracterizaciones como el cura y el inspector, verdaderamente irreconocible.

Ahí está Marco Zunino, buen actor y mejor cantante con estudios en Broadway, demostrando como se pueden dejar de lado la chispa, la gracia y la emoción, por la precisa marca de movimientos, el exacto decir de los chistes (arrastrando en su camino a la guapa y débil Natalia Cárdenas) y respetando al dedillo esa gran coreografía que termina siendo toda su participación. Frente a ellos, dos correctos actores en papeles secundarios se roban cada momento en que aparecen en escena: Oscar López Arias y Gonzalo Molina, en hilarantes caracterizaciones desprovistas de cualquier exageración inútil, plenas de vida, carisma y verdad.

Y el desnivel alcanza hasta a la pareja veterana de la obra: las consagradas Elva Alcandré y Hertha Cárdenas. La primera cumple correctamente su cometido, pero la última interpreta con tal energía y desparpajo su personaje, que termina opacando a su compañera de elenco. “Arsénico y encaje antiguo” es una buena obra de teatro, a no dudarlo, pero que con un ajuste más preciso por parte del director, pudo haber sido la comedia del año.

Sergio Velarde
28 de diciembre de 2008

Crítica: CAMINO DE ROSAS


Digno homenaje a José Enrique Mavila 

La asociación “Manuela Ramos” premió en 1985 la obra “Camino de rosas” de José Enrique Mavila, una sencilla historia que abordaba la eterna problemática de la mujer, siempre aplastada por el machismo y el autoritarismo, que nos es tan desgraciadamente familiar. Y es ahí donde radica el principal obstáculo para cualquier grupo que desee llevar a escena esta pieza: el no convertirla en un evidente producto destinado a una ONG feminista, el quitarle cualquier tufillo moralista y presentarla sin sobredimensionar el mensaje, que está bastante claro y evidente. Josse Fernández, director del grupo PERU TEATRO y responsable de su puesta en escena en el Auditorio del CAFAE, logra cumplir este primer objetivo, que de por sí constituye un estimable logro que bien amerita su visionado.

Rosa (Orietta Foy) es una humilde mujer, trabajadora y emprendedora, atrapada en un rutinario matrimonio. Una actividad de ayuda social le da la oportunidad de escapar de la monotonía, bailando y cantando en un número musical. Su celoso y machista esposo (Josse Fernández) no ve con buenos ojos este nuevo interés de su esposa y es ahí donde se desata el conflicto. Los sencillos pero efectivos diálogos de Mavila están servidos para generar en el espectador la total identificación con Rosa y el completo rechazo hacia el marido bravucón, prejuicioso y tan condenadamente equivocado.

Orietta Foy y Josse Fernández interpretan sin tacha a esta disfuncional pareja, tan reconocible en hogares de toda condición social. El montaje en general no distorsiona el mensaje del autor, a pesar de los constantes disfuerzos del profesor de baile Julio Cesar Baluarte y la evidente juventud de Yasmín Dipaz, en un personaje destinado a una actriz madura. El amplio escenario que ofrece el auditorio del CAFAE pudo ser aún mejor aprovechado, sin embargo, los diferentes espacios en los que transcurre la obra (la casa, el local de ensayos) están bien delimitados y la actuación final de Rosa, acompañada con música en vivo, culmina un efectivo y ordenado montaje escrito por el recordado Mavila, que bien vale la pena revisitar o descubrir.

Sergio Velarde
28 de diciembre del 2008

lunes, 8 de diciembre de 2008

Evento: LO MEJOR DEL 2008 (Segundo parte)


Aportes y resultados a una semana 

Como no podría ser de otra manera, nuestro Decano de la Prensa Nacional ya anunció sus nominados a lo mejor del teatro del 2008. Como nota curiosa, prácticamente todas las obras nominadas tuvieron suscripción en el mismo diario, pero a estas alturas este detalle carece de importancia.

Y los nominados son:

MEJOR OBRA DEL AÑO: "Il Duce" de Mateo Chiarella, "El beso de la mujer araña" de Manuel Puig, "En casa / En Kabul" de Tony Kushner, "El teniente de Inishmore" de Martin McDonagh y "La prueba" de David Auburn.

MEJOR DIRECTOR DEL AÑO: Chela de Ferrari por "El beso de la mujer araña", Francisco Lombardi por "La prueba", Mateo Chiarella por "Il Duce", Jorge Castro por "No pasa nada" y Juan Carlos Fisher por "En casa / En Kabul".

MEJOR ACTOR DEL AÑO: Bruno Ascenzo en "Chau Misterix", Bruno Odar en "Amadeus", Carlos Carlín en "Una gran comedia romana", Óscar López Arias en "Arsénico y encaje antiguo" y Paul Vega en "El beso de la mujer araña".

MEJOR ACTRIZ DEL AÑO: Alejandra Guerra en "Efímero", Denise Arregui en "Efímero", Jimena Lindo en "En casa / En Kabul", Lita Baluarte en "Efímero" y Wendy Vásquez en "La prueba".


En cambio, las propuestas hechas por los lectores del blog han ampliado nuestro panorama. Como ya escribí anteriormente, no sería ético que postule obras y actores sin haber visto su trabajo. Para ello cuento con su valiosa ayuda para hacer mención a aquellos espectáculos y actuaciones que dejaron huella en los espectadores. 

Para ello pueden comentar directamente en el blog o escribir al mail: perucritic@yahoo.com.mx

Y sin mayores preámbulos aquí les van los aportes:

OBRA DE TEATRO COMERCIAL:

Arsénico y encaje antiguo
Amadeus
Efímero
La noche árabe
En casa / En Kabul
El mentiroso
La prueba
Closer
El retrato de Dorian Gray

OBRA DE TEATRO ALTERNATIVA

Independencia
El último ensayo de Yuyachkani
Lato Sinistra
Tawa
Poleas y Polleras
La Princesa Alpaca

ACTRIZ DEL AÑO

Wendy Vásquez (La prueba)
Gisela Ponce de León (El Teniente de Inishmore)
Nidia Bermejo (Cuatro historias de cama)
Elsa Olivero (La noche árabe)
Alejandra Guerra (Efímero)
Jimena Lindo (En casa / En Kabul)

ACTOR DEL AÑO

Carlos Gassols (La prueba)
Fernando de Soria (No te preocupes, ojos azules)

Christian Thorsen (Closer y El retrato de Dorian Gray)
Sergio Galliani (El retrato de Dorian Gray)
Bruno Odar (Amadeus)



Faltando sólo 20 días para que finalice la encuesta, los resultados obtenidos en el blog, concitando sólo obras, actores y directores cuyos trabajos pude apreciar, son los siguientes de acuerdo a la cantidad de votos obtenidos:

MEJOR OBRA ALTERNATIVA:

Titina
Interruptor

MEJOR OBRA COMERCIAL:

Otra obra que no fue propuesta
Recontrahamlet
Los Número Seis

MEJOR ACTRIZ

Otra actriz que no fue propuesta
Grapa

MEJOR ACTOR

Otro actor que no fue propuesto
Leonardo Torres Vilar
Enrique Victoria

MEJOR DIRECTOR

Otro director que no fue propuesto
Ricardo Morán

Más información dentro de una semana.


Sergio Velarde
08 de diciembre de 2008

sábado, 6 de diciembre de 2008

Crítica: EN LA CAMA

Diferencias generacionales y actorales 

Oswaldo Cattone, siempre atento a los estrenos de moda, viene presentando en el Teatro Marsano: “En la cama”. Se trata de una comedia ligera sobre dos parejas de distintas generaciones y sus encuentros y desencuentros en la alcoba, escrita por el argentino José María Muscari y estrenada con singular éxito en Buenos Aires. Como ya es costumbre, Chalo Gambino se encarga de la adaptación limeña y el propio Cattone actúa y dirige el montaje, que si bien no aporta nada nuevo a sus ya conocidos espectáculos sobre la problemática de la pareja, nunca nos deja ir sin una sonrisa. Y el presente montaje no es la excepción, a pesar de tener un notorio desequilibrio actoral.

“En la cama” mezcla a lo largo de su duración, monólogos tipo stand-up comedy en los que los mismos actores se dirigen al público, con diversas escenas en las que las dos parejas protagónicas (Cattone con su Sonia Oquendo de toda la vida por un lado, y Julián Legaspi con Vanessa Jerí por el otro) conversan, discuten y resuelven sus vidas de casados entre las sábanas. Y si bien el montaje luce impecable (el mismo confortable dormitorio en escena es compartido por las dos parejas en tiempo real), la construcción de personajes es nula en los cuatro casos, pues no existe ninguna diferencia entre cada actor y su personaje, aunque este detalle no afecte en nada el desarrollo de la obra. Además la experiencia y el oficio de la pareja veterana hacen que su historia (matrimonio rutinario con infidelidad incluida) llame más la atención que la de la pareja joven (matrimonio reciente y embarazo no deseado).

Cattone y Oquendo, curtidos en estas lides, se divierten a sus anchas con sus monólogos y en las escenas que comparten, básicamente reinterpretándose a sí mismos por enésima vez. Especialmente Cattone, quien no desaprovecha oportunidad para arengar sobre la supuesta y necesaria infidelidad del hombre en la pareja. Frente a ellos, las limitaciones y disfuerzos de Legaspi y Jerí se hacen demasiado notorios. Especialmente Legaspi, quien resulta completamente inadecuado al tratar de hacernos reír, dejando translucir su poca versatilidad. A Jerí se le disculpa todo, mientras luzca su generoso escote. “En la cama” es un montaje promedio de Cattone, realizado con profesionalismo y entrega, que cumple con entretener, pero que no logra maquillar las diferencias generacionales y actorales en su elenco.

Sergio Velarde

06 de diciembre de 2008

lunes, 1 de diciembre de 2008

Evento: LO MEJOR DEL 2008


Balance de fin de año 

Llega el mes de diciembre y es imposible no hacer un balance de lo que fue este año en lo concerniente a las artes escénicas. En este 2008 que ya termina, la cartelera teatral estuvo animada por varias propuestas de diversos alcances y calibres. También se realizaron los acostumbrados festivales y muestras, organizados por instituciones y colectivos deseosos de promover teatro, logrando en gran medida los resultados esperados.

Gracias a esta novedad informática que es el blog, me permito realizar una encuesta pública que recoja “lo mejor” del teatro en el presente año, siempre haciendo la salvedad que no representa a todo el movimiento teatral que se vive en el país. Se trata de un simple ejercicio de opinión, lícito e inofensivo.

Las OBRAS mencionadas en la encuesta, divididas según criterio personal en COMERCIALES y ALTERNATIVAS, han sido todas comentadas y reseñadas dentro del blog durante este año. Las omisiones las constituyen aquellas a las cuales no pude asistir, pero siempre pueden ser propuestas en el mismo blog a manera de COMENTARIO o señaladas con la opción OTRA…

En cuanto a los ACTORES y ACTRICES sí he realizado una primera selección de entre todos los que participaron en las obras en cuestión, y las omisiones pueden ser propuestas de la manera antes indicada. De igual forma para el apartado de DIRECCIÓN.

Para finalizar: esta encuesta sólo busca ejercer nuestro libre derecho de opinión acerca del trabajo de los teatristas, como sabemos, altamente sacrificado y esforzado. De ninguna manera esta encuesta tiene propósitos oscuros o destructivos. Se obtendrán resultados a fin de mes, y quien escribe también dará a conocer su opinión, no necesariamente coincidente con los resultados obtenidos.

Votemos todos, rescatemos todo lo positivo de nuestro teatro y por supuesto, señalemos las omisiones involuntarias.


Sergio Velarde
01 de diciembre de 2008

sábado, 29 de noviembre de 2008

Crítica: EL BESO DE LA MUJER ARAÑA

Otro triunfo estético


Sucede algo con las obras dirigidas por Chela De Ferrari. Visualmente intachables, estéticamente brillantes y con actuaciones por encima del promedio, sus montajes no logran producir, con la frecuencia deseada, ese ansiado efecto en los espectadores: conmovernos al 100% para aplaudir de pie. Por supuesto, sería mezquino no reconocerle a De Ferrari sus picos más altos y excepciones a la regla (El avaro, La celebración y tal vez algún montaje más), pero ser considerada por algunos críticos como “la mejor directora de teatro del Perú” resulta una opinión bastante sobrevalorada. Sus enormes méritos quedarán grabados en el recuerdo, es cierto, pero no podemos olvidar como desaprovechó obras capitales como Un tranvía llamado Deseo de Tenessee Williams o María Estuardo de Friedrich von Schiller, en las que puso en evidencia ciertas carencias en la dirección de actores, que impidieron lograr personajes que calaran hondo en el público y elevaran dichos espectáculos a un nivel superior.

El beso de la mujer araña de Manuel Puig constituye un gran reto para la directora: una pieza que es en realidad un largo diálogo entre dos presos en un calabozo durante la dictadura argentina de los años setenta: un joven activista político llamado Valentín (Rodrigo Sánchez Patiño) y un romántico homosexual llamado Molina (Paul Vega). Hay que destacar que De Ferrari optó por no presentar la versión musical de la pieza en Broadway con la sensacional Chita Rivera (con música y letra de los míticos John Kander y Fred Ebb) o una adaptación de la notable película de Hector Babenco de 1985 con la sensual Sonia Braga (con Oscar incluído para William Hurt como Molina). Una arriesgada decisión que deja en los dos actores protagónicos la total responsabilidad del éxito o fracaso del montaje.

Sorprende la madurez actoral de Paul Vega, quien logra niveles de perfección difíciles de superar como el entrañable Molina, muy preciso, muy natural y con un carisma envidiable. Rodrigo Sánchez Patiño como Valentín, muestra ciertamente sus enormes progresos, pero sus limitaciones quedan al descubierto teniendo a un descomunal compañero de escena: sus motivaciones políticas y sus amarguras a causa de un amor perdido no logran tener la misma trascendencia que los relatos cinematográficos de Molina. Toda la puesta en escena (luces, sonido, escenografía, vestuario), como era de esperarse en un montaje de De Ferrari en la Plaza ISIL, es de una pulcritud extrema y a ratos exagerada, tratándose de una celda de un oscuro calabozo y que no produce esa sensación de aislamiento que castiga a los personajes. Y es que la estética gana una vez más en este montaje, que bien pudo haber sido una experiencia inolvidable. El beso de la mujer araña no es un extraordinario espectáculo, pero sí un nuevo triunfo estético para De Ferrari.

Sergio Velarde
29 de noviembre de 2008

jueves, 27 de noviembre de 2008

Crítica: REQUIEM PARA 7 PLAGAS


Progresos evidentes 

Luego de la fallida La pasión de Cristo, estrenada hace meses en el Teatro Julieta, quedaba claro que, tanto algunos actores participantes como el director de la puesta en cuestión Martín Abrisqueta (juntos ahora como Pasión Mystica Teatro), debían corregir numerosos errores si se animaban a emprender un nuevo proyecto. El resultado obtenido: Requiem para 7 plagas de Gregor Díaz, en temporada actualmente en la AAA, constituye indudablemente una sana evolución y un indudable progreso como elenco. Y es que la elección del texto es crucial para conseguir resultados positivos: querer llevar a escena una cinta tan visceral y enigmática como es “La pasión…” de Mel Gibson era un proyecto descabellado de por sí. La dramaturgia de Gregor Díaz ofrece mayores posibilidades de conseguir una propuesta coherente y entretenida para el público, que el director Abrisqueta ha sabido aprovechar con éxito.

"7 Plagas” ha muerto y sus compinches, seres extraídos de lo más profundo de la miseria humana, se preparan para celebrar su muerte. Tragos y drogas harán que se sometan entre ellos a duras críticas y reproches, comenzando por la Madre, quien fue a la vez amante de su propio hijo. Un texto difícil por su densidad dramática, pero muy bien aprovechado por el director para mantener en vilo al espectador, valiéndose de una escenografía e iluminación funcionales, pero con la ya gastada fórmula de la máquina de humo. La energía no decae en ningún momento y el nuevo final escénico le confiere un mayor interés a la totalidad del espectáculo.

El elenco cumple las expectativas propuestas, destacando Jacqui Chuquillanqui en el difícil rol de la madre-esposa del difunto, así como también la seguridad escénica de Kike Saco Vértiz y la enérgica versatilidad de Santiago Moreno para interpretar sus papeles. “Réquiem para 7 Plagas” es un muy digno estreno de uno de nuestros autores teatrales más representativos y una oportunidad para apreciar a un elenco que poco a poco va encontrando su camino.

Sergio Velarde

Jueves, 27 de noviembre de 2008

sábado, 1 de noviembre de 2008

Crítica: ESQUINA PELIGROSA


El tiempo es un problema  

Al prolífico escritor y dramaturgo inglés J. B. Priestley (1894 – 1984) le gustaba jugar con el tiempo. Escribió una trilogía de obras dramáticas, en la que la relación teatro-tiempo se convertía en la mayor atracción: “Three time plays” o “Tres piezas sobre el tiempo”, que constituyen “Esquina peligrosa” de 1932, y “El tiempo y los Conway” y “Yo estuve aquí una vez” de 1937. Sin lugar a dudas, “El tiempo y los Conway” es la más lograda en su construcción dramática: la historia de una familia común y corriente en tres actos. El primero y el tercero transcurren durante la misma noche y el segundo, veinte años después. Esta brillante dislocación temporal, que nos permite ver a los amables y empeñosos personajes del inicio, transformados en seres marginados y sin ilusiones en el segundo acto, logran el efecto deseado: darnos cuenta que el paso del tiempo es cruel e inexorable. Ver en el tercer acto a los mismos personajes hablar de su futuro con determinación, sólo nos puede conmover y admirarnos de un autor con gran creatividad e inteligencia.

Sin embargo, en “Esquina peligrosa” el tiempo no es el tema central, pero sí juega un papel importante en la acción. La historia comienza con un apagón, un disparo y un grito. Luego nos enteramos que se trata de una familia que terminó de escuchar una radionovela titulada “El perro dormido”, es decir, una clara metáfora de la “verdad escondida” a punto de salir a la luz. De ahí en adelante algunos temas, como el suicidio de un pariente y la aparición de una cajita musical, despiertan oscuros secretos que conllevan a terribles y trágicas revelaciones que harán caer las caretas a todos sus miembros. Y cuando la obra llega al clímax final, con apagón, disparo y grito, Priestley saca su as bajo la manga (un salto en el tiempo, qué otra cosa puede ser) y nos encontramos nuevamente al inicio de la reunión.

Pero si el tiempo juega en favor de la dramaturgia de Priestley, juega en contra de la puesta en escena de “Esquina peligrosa” por el grupo Sinsala bajo la dirección de Osvaldo Bravo. El montaje luce apurado y aún sin cuajar, con un grupo de actores muy empeñosos, pero que todavía no logran darle seguridad y verdad a sus acciones. Si bien es cierto cada uno de ellos consigue algunos momentos logrados, el conjunto carece de unidad y ritmo, que ameritaba una obra de semejante calibre, sostenida únicamente por los diálogos de los personajes. Sólo el tiempo (en este caso la nueva temporada en el Teatro La Cabaña) le dará a esta obra de Priestley, el vuelo necesario para su completo disfrute.

Sergio Velarde
01 de noviembre de 2008

lunes, 27 de octubre de 2008

Crítica: PERUCHOS



Las trampas del estereotipo    

¿Se estrena una nueva obra con personajes estereotipados extraídos de nuestra realidad? ¿Es que acaso nuestra creatividad no da para más? ¿Se nos acabaron las ideas? ¿Qué de novedoso puede ofrecer una historia en la que una tía charapa y su engreída sobrina deciden alquilar cuartos de su propia casa, recibiendo a un puñado de peruanos clichés, desde el actor fanfarrón que se cree argentino hasta la cucufata vecina que lee la Biblia? Pues siendo sinceros, y a pesar de la gran trampa que representa el jugar por enésima vez con los trillados clichés que nos ofrece nuestra sociedad, el saldo final de la puesta en escena de “Peruchos” de Omar Honores con la dirección de Pipo Gallo en el Teatro de Cámara, resulta positivo. Pero más por algunos esfuerzos aislados, que por el trabajo en conjunto de dirección, actuación y dramaturgia. Y es que el esfuerzo realizado por parte del elenco durante los ensayos es evidente, pero merecieron una mejor suerte y una mejor oportunidad para crear algo verdaderamente novedoso.

Ver “Peruchos” es como apreciar en vivo un capítulo largo de Friends o Seinfeld (salvando las distancias), pues la dramaturgia y la dirección nos remiten irremediablemente al formato televisivo. Existen en la obra un par de buenos gags, pero los enredos físicos entre los personajes, que constituyen el mayor atractivo de las sitcoms, están completamente desaprovechados por parte del elenco y la dirección. La obra no puede sostenerse sólo de los algunos ingeniosos diálogos, definitivamente presentes en la dramaturgia. Más aún cuando existe un gran desnivel en el trabajo actoral: destaca nítidamente Ana Pfeiffer en el papel de la tía charapa, quien sin proponérselo se convierte en la gran atracción de la puesta en escena. Ante ella, resultaba preferible para el resto de actores mantener un perfil bajo y contención en la interpretación del personaje, lo que logran en gran medida Mario Rengifo como el artesano marihuanero y Marietta Tonsmann como la pituca con ganas de expandir su universo. El resto del elenco logra contados buenos momentos en forma aislada, pero pecan de extremadamente sobreactuados como en el caso de Claudia Rua como la sobrina aniñada, o en el del mismo autor de la obra, Omar Honores, como el arquetípico cholo recién llegado a la capital.

A pesar de sus defectos este “Peruchos” se deja ver y no tiene como objetivo principal enviar un mensaje a nuestra conciencia. Resulta válido como un simple entretenimiento, que fue en principio la razón misma de su existencia. Y todo ello a pesar de haber caído en otra trampa: la de remarcarnos el mensaje final antes que se cierre el telón: “Los peruanos debemos estar siempre unidos”, como si el público no fuera lo suficientemente inteligente como para no percatarse de lo evidente. Demasiadas trampas pudieron echar abajo este proyecto. No lo hicieron, sin embargo los realizadores deben estar más atentos y no bajar la guardia. “Peruchos” necesita una reestructuración urgente si desea seguir en la brega.

Sergio Velarde
27 de octubre de 2008

domingo, 26 de octubre de 2008

Crítica: LA PERA DE ORO

Revitalizando el teatro infantil 

Qué reconfortante es apreciar una obra de teatro infantil que no trate a los niños como retrasados mentales, que no mezcle personajes de cuentos de hadas con populares ídolos televisivos y que no se limiten, con regular o menor fortuna, a plagiar descaradamente alguna película de Disney con el único fin de lucrar en la taquilla. Como dice la crítica Sara Joffré, los peores trabajos teatrales ocurren en las obras infantiles. Y esta reflexión viene al caso, luego de apreciar una de las excepciones a la regla, uno de los montajes más bellos e impecables del año, en cuanto a teatro para niños se refiere: “La pera de oro” de César de María con la dirección de Patricia Romero.

La historia, basada en uno de los cuentos que el autor le narraba a su propia hija, nos presenta a la niña Alicia, quien deberá encontrar un remedio para la enfermedad que aqueja a su hermanita, con la compañía de su inseparable gato de peluche. Se inicia así una entretenida aventura, en la que la protagonista aprenderá grandes lecciones con simpáticos personajes que se le cruzarán en el camino, hasta dar con la recompensa final, una pera de oro capaz de curar cualquier enfermedad. Se trata de una historia que recoge situaciones y elementos de otras fuentes, pero que en escena lucen originales y frescas, volviendo la puesta en escena más atractiva.

Romero logra un montaje ágil, ameno y muy lúdico, con un buen manejo del espacio, y con escenografía y luces que crean y delimitan acertadamente los lugares en los que se desarrollan las diversas escenas. Anneliese Fiedler y Guillermo Machiavello como Alicia y el Gato, respectivamente, aportan energía y precisión a sus personajes, guiando y haciendo partícipes a los niños de sus aventuras, siempre con la ayuda de la Narradora, interpretada muy acertadamente por Angela Zignago. Masha Chavarri y Nicolás Fantinato tienen la misión de crear a los diversos personajes que aparecen en el camino y logran su cometido con gran convicción.

“La pera de oro” es un montaje que revitaliza el teatro para niños, y nos invita a mantener viva la esperanza de que este tipo de teatro puede brindarnos verdaderas y muy gratas sorpresas, con el único fin de educar a los más pequeños en la visión de las artes escénicas, pues serán ellos quienes elijan qué espectáculos ver en el futuro. No se trata de lucrar a corto plazo, sino de arriesgar para lograr buenos frutos, como “la pera de oro”, a largo plazo.

Sergio Velarde
26 de octubre de 2008

domingo, 14 de septiembre de 2008

Crítica: COMBATE NEGRO ENTRE PERROS


Correcta adaptación a la peruana 

Bernard-Marie Koltès (1948-1989) fue un dramaturgo francés contemporáneo bastante particular en su forma de escribir. En sus obras, todas ellas oscuras con personajes que se debaten entre la soledad, el amor, el odio y el deseo, la palabra marca el ritmo y el peso de la acción dramática, se mantiene un desarrollo lineal en el tiempo y se concentra el drama en una sola locación. Su obra póstuma “Roberto Zucco”, un salvaje retrato de un asesino serial, lo consagró a nivel mundial. Pero la pieza que lo retiró del anonimato fue “Combate de negro y de perros”, dirigida por Patrice Chéreau en 1983, y que se viene presentando actualmente dentro de la Temporadas Teatrales en la ENSAD, con la dirección de Ronal Cruces, y adaptada a nuestra realidad, llevando como título “Combate negro entre perros”.

Y es justamente esta adaptación la mayor virtud del montaje, pues la historia original nos colocaba en un contexto muy diferente (una empresa extranjera en medio del África) y que encuentra en nuestra realidad un adecuado paralelo: un cuartel en la sierra en plena guerra subversiva. Definitivamente un gran riesgo bien resuelto por el director. El conflicto se desencadena con la llegada a este lugar de un hombre llamado Alberto (Miguel Medina), reclamando el cuerpo de su hermano muerto “accidentalmente” en la zona. Pero otro drama también se desarrolla en el interior, pues una frívola mujer llama Elena (Titi Plaza) agravará los conflictos entre dos soldados (Jhony Ruiz y Omar Honores). Si bien es cierto, un correcto Medina vuelve creíble la motivación de su personaje, es el triángulo sentimental desatado en el interior del cuartel el que cobra mayor interés, en gran medida por las inspiradas actuaciones, pero que finalmente no es consecuente con lo propuesto por el mismo director en el programa de mano como objetivo principal del montaje: un homenaje a las víctimas por los 20 años de violencia en nuestro país.

Y es que la pieza (en original y en adaptación) abarca aparentemente enormes temas como el racismo, la discriminación, la explotación humana, el abuso de autoridad, las injusticias sociales, pero en el fondo es un acertado cuadro de las relaciones humanas en la actualidad, llenas de mentiras, desconfianza y traiciones, de la incomunicación entre los seres humanos y de las absurdas decisiones que tomamos sin explicación racional. La presente puesta en escena mantiene un ritmo pausado pero sostenido; es convencional y funcional a la vez, acompañada por música en vivo, en la que se delimitan bien los espacios en los que desarrolla la historia, a pesar de algunos retrasos en la operación de las luces. Sorprenden la madurez actoral de Titi Plaza para darle verdad a un personaje totalmente fuera de lugar dentro de la historia; y el carisma y el nervio de Omar Honores, en contraste con la sobriedad y la contención de Jhony Ruíz, para creernos el duelo entre estos dos militares, abandonados a su suerte en aquel apartado lugar, bebiendo alcohol y jugando a los dados, y perdiendo progresivamente la razón. Una verdadera sorpresa esta adaptación, que respeta en gran medida la visión del original de Koltès, pero que podría beneficiarse largamente al tomar el contexto histórico sólo como telón de fondo, para tener como resultado un crudo estudio de la incomunicación del ser humano.

Sergio Velarde
14 de septiembre de 2008

viernes, 12 de septiembre de 2008

Colaboración: NATURALEZA MUERTA


NATURALEZA MUERTA


Ficha Técnica:
Actúan: Rochy Yépez, Manuel Calderón
Dramaturgia: Claudia Sacha
Dirección: Carlos Acosta
Sala: Espacio-Libre, Barranco.

NM es el último texto escrito por Claudia Sacha y trata sobre la vida después de la muerte o una relación que se proyecta más allá del tiempo y del espacio. Se trata de un pintor que ha perdido a su esposa en terrible accidente automovilístico (como los que menudean en el presente limeño) y se vuelve a reencontrar con ella en una especie de sueño que luego se va convirtiendo poco a poco en alucinación y cobra ribetes patológicos.

NM es además una propuesta que construye una relación de pareja en los escombros de una relación real. La situación es tan fuera de la realidad que proporciona nuevos ángulos para mirar las formas de interrelación entre un hombre y una mujer.

Si nos olvidamos lo que nos propone la autora (aquello de la comunicación de esta pareja más allá de la muerte) nos quedamos con la experiencia de dos seres que alguna vez se han amado y que pretenden seguirlo haciendo, con todos los problemas que ello implica. Tanto la mujer como el pintor se ubican en planos reconocibles de una relación amorosa: él la está pintando en todo momento y por momentos le recrimina ciertos detalles de la fatal tragedia que aconteció, donde ella supuestamente perdió la vida. Pero si se tratara de cualquier otro problema seria la misma cosa: cómo se comunica la pareja, cómo vive el presente ficcional la pareja.

El truco de NM está precisamente en reproducirnos la relación humana de esta pareja como si no pasara nada y en el fondo es la relación alucinada de un pintor y su musa, pero el caso es que ella está muerta. Esta nueva perspectiva que fluye de la puesta en escena solamente atendiendo a algunos detalles minimalistas, hacen de la reflexión sobre esta situación tan límite (los límites entre la vida y la muerte) doblemente interesante.

Los momentos en que nos adentramos en un mundo desconocido para ella y para él y por supuesto para nosotros, la obrá cobra un vigor insuperable. ¿Cómo alguien puede llegar a convencerse que está hablando con alguien que ya no está vivo? La solución muy imaginativa que en el tiempo escénico este elenco ha perpretado convence al público y llena ese espacio de verosimiltud que siempre se espera para que las propuestas escénicas tengan éxito. Son momentos que ni el propio personaje que supuestamente viene del otro lado del espectro puede definir con claridad, y que pone en problemas a su pareja para comprender por qué él puede tocarla y sentirla tan real si en realidad él está vivo y ella no. Esto queda resuelto ya en el mismo momento de su enunciación, y el mérito es de la propuesta.

Lo otro es el toque final, de alguna manera innecesario pero espectacular, cuando se revela la naturaleza del cuadro que ha estado pintando el amante artista y todo lo que concierne a la percepción de la muerte de este y a la naturaleza de su amada. Ella está buscando (posible lectura) la manera como hacer volver a la realidad a su pareja, pero qué ¿a la realidad de la dimensión donde ella se encuentra? ¿O, qué? Lo cierto es que el final no cierra el circuito, y como situándonos ante una columna de espejos paralelos multiplica nuestras explicaciones al infinito.

Intrigante propuesta, que representa un peldaño más en la dramaturgia de Claudia Sacha y la constatación de contar con espacio excelente para la experimentación y el disfrute.

Luis Paredes
Asociación Peruana de Crítica e Investigación Teatral

lunes, 1 de septiembre de 2008

Crítica: TITINA


Grata sorpresa en exteriores 

Anunciar la obra teatral “Titina” como “algo nunca visto”, resulta por lo menos, una exageración. El hecho de realizar un montaje fuera de la sala de teatro convencional y llevar al público a diferentes locaciones en donde se desarrollan las escenas, no significa haber descubierto la “pólvora”. Hace ya algunos años, “La casa de las ánimas perdidas” y “Galería teatral”, por citar dos ejemplos recientes, tenían dicho formato. Sin embargo, el hecho de tratarse de una comedia en verso octosílabo, de ser escrita y dirigida por el divertido Nicolás Yerovi y de ser representada en calles y plazas de Barranco, sí le confiere cierta singularidad y novedad al proyecto, que lo convierte de por sí, en un espectáculo interesante.

La historia, sencilla y simpática en su planteamiento y ejecución, le debe mucho a las grandes comedias costumbristas nacionales: la bella Titina es ofrecida en matrimonio por su padre a un acaudalado anciano, mientras que suspira de amor por un joven galán. A diferencia de la “Ña Catita” de Manuel Ascencio Segura, Yerovi realiza esta vez una tibia crítica a las costumbres de la época, especialmente al machismo (y también, por supuesto, al juego de apariencias que la clase media deseaba mantener), para darle un mayor énfasis al ingenioso texto y a la gracia y carisma de los personajes.

El propio Yerovi conduce a los asistentes a los diferentes espacios donde se desarrollan las escenas (algunos de ellos algo lejanos para llegar a pie), y comenta de manera amena la historia de los mismos, mientras vemos desarrollarse el drama. Los lugares incluyen la Placita de San Francisco y el Puente de los Suspiros. Incluye un viaje en tranvía y un almuerzo en la Posada del Ángel, amenizado y servido por los propios actores, quienes cantan y bailan con los asistentes.

La guapa Sandra Vergara interpreta con bastante gracia y simpatía el papel protagónico, enfrentada a su torpe y engreído hermano Agapito (Mijail Garvich) por el amor de Marcelo (César Gabrielli). Pero a pesar del correcto trabajo de los jóvenes, es el conjunto de los veteranos actores participantes, el que logra hacer lucir los ingeniosos diálogos en verso, generando la comedia en la puesta. En este orden: Lilian Nieto, Alfredo Lévano, Carlos Vértiz, Maria Cristina Ribal y Antonio Arrué, ponen en evidencia el oficio y el carisma ganado con los años. Y sólo bastan unos cuantos minutos al final de la obra, para constatar la calidad de actor que es el Sr. Enrique Victoria. “Titina” volverá nuevamente a Barranco en el mes de octubre, para luego partir hacia Cuzco. Se anuncia también la realización de una miniserie. Tenemos “Titina” para rato.

Sergio Velarde
01 de septiembre de 2008

sábado, 30 de agosto de 2008

Colaboración: ENCUENTROS PERDIDOS

ENCUENTROS PERDIDOS


Esta creación colectiva demuestra las posibilidades del teatro de reflexionar sobre los personajes literarios que surgen del propio caldo social de una determinada sociedad. Escritores como Vargas Llosa, Arguedas, Oscar Malca, etc., muestran personajes con cuya experiencia se pinta una relación muy viva con la contingencia de lo que nos acontece. Este grupo propone un dialogo con estos personajes y una atmósfera que se enriquece con la intervención de la música y la danza.

Encuentros perdidos es un oximoron que va revelando su sentido a medida que transcurre la obra. Se trata de personajes y situaciones que se nos hacen propias por vivir en medio del "sustento histórico" que les dio existencia ficcional. La manera cómo se apropian del escenario es singular. Poco a poco van apareciendo las partículas de historia de las cuales son elementos insustituibles. Si uno se pregunta qué tiene que ver LOS RIOS PROFUNDOS con CONVERSACIÓN EN LA CATEDRAL, probablemente nuestra respuesta sea NADA. Pero en el fondo de las conciencias de estos actores y quienes los han dirigido siento que hay una idea muy fuerte de que estas obras tienen un hilo conductor que las puede convertir el una. La experiencia del niño Ernesto, puede ser parangonable con la experiencia de Santiago Zavala, en la medida que dan cuenta de un mundo azaroso y contradictorio.

Así ocurre con las otras novelas de las cuales no toman las partes principales sino los momentos en que pueden construir dramáticamente "algo".Ese "algo" no se nos escapa de las manos (de la cognición) por el tejido tan a propósito que realizan los actores, que se ayudan de algunas imágenes fílmicas para redondear el sentido de su propuesta.

Inevitable el referirse a la violencia; inevitable también que en el proceso cronológico de las obras esta se abrá paso sensiblemente entre las obras. En unas estaría en estado de latencia y en cambio en otras cobra el centro de su expresividad artística. Bueno hay tanto que comentar en Encuentros perdidos que lo dejo ahí para que otros puedan también hacerlo.

Luis Paredes
Asociación Peruana de Crítica e Investigación Teatral

Colaboración: ILUMINARE


ILUMINARE


Nuevamente LA TARUMBA nos vuelve a conmover con un espectáculo de circo que enfocando el tema del amor " a las maneras de La Tarumba", con mucha adrenalina, con mucha imaginación física y musical, nos conduce por los vericuetos de este sentimiento y desnuda imágenes interiores muy trascendentes.

Hemos asistido una vez más a ver un espectáculo de La Tarumba llenos de la expectativa que nos dejan sus puestas anteriores. Vemos a un elenco afiatado en las suertes que desempeñan, muy sólido y con una expresividad superior a otras citas.

ILUMINARE, tiene el ritmo de los tonos jazzeros de su música y muchas veces durante el espectáculo volteamos a ver a los músicos que van realizando su parte de creación correspondiente, pero con un convencimiento que compite perfectamente con la acrobacia más espectacular que hayamos visto sobre el escenario (y de ellas hay muchas).

ILUMINARE, ilumina nuestro interior para sacar de él los elementos que puedan asir el AMOR con mayúscula...los personajes van tejiendo un camino del amor que todos compartimos y celebramos, este encuentro de los personajes que son el centro de esta historia, se produce con todos los aderezos que puede dar el movimiento y el espectáculo.

El AMOR es un leit motiv que La Tarumba sabe desarrollar con sus imágenes circenses y con toda su teatralidad. Esos seres que surgen del espectáculo y que estaban envueltos en burbujas gigantes son la muestra de que todo espectáculo guarda un nacimiento. Somos nosotros que nacemos ante la maravilla. Y son los seres imaginarios que pueblan nuestros mejores sueños.

La Tarumba, logra conmover con la destreza de sus chicas en las telas, donde sus evoluciones están el servicio de una idea mayor, dar belleza y poesía al tema...Salimos alagados por La Tarumba...Salimos impulsados a emprender mejores luchas por ese sentimiento...Y salimos convencidos que para el amor todo esfuerzo será pequeño...Que siempre nos esperan grandes cosas por este AMOR como lo dice La Tarumba con ILUMINARE.

Luis Paredes
Asociación Peruana de Crítica e Investigación Teatral

domingo, 10 de agosto de 2008

Colaboración: IL DUCE


IL DUCE O LA NOSTALGIA DE NO HABERNOS COMPROMETIDO 

En el Teatro Británico de Miraflores se viene presentando IL DUCE escrita y dirigida por MATEO CHIARELLA. La obra enfoca la vida del dictador italiano con recursos que nos hacen pensar en un juego de intertextualidades escénicas que logran dibujar no sólo el contexto en el cual se inscribe Mussolini sino también las proyecciones que de esa época sobreviven hasta hoy.

IL DUCE necesariamente es una obra que maneja en cierto modo las visiones ideológicas de determinada época. Visiones que más o menos de la misma forma se van desvelando en otras épocas y espacios. El compromiso con la visión del mundo que mueve a Mussolini a hacer lo que hizo es un punto central de la obra de Mateo Chiarella. Este compromiso se ve reforzado por estos personajes iniciales que pretenden recobrar el cuerpo "impoluto" del dictador y se ven sumidos en la más triste desilusión.

El juego de tiempos entre la experiencia del dictador y el otro momento en que buscan su cadáver es muy expresivo de lo que se quiere decir con la pieza. La idea de tratarse de dos tipos de hombres: los que se comprometen y los que no lo hacen, es muy fuerte y se respira hacia el final de la pieza en que el personaje que lucra con la muerte es muerto a su vez por un fascista fanático.

Los personajes tienen una fuerza expresiva sorprendente. Salvo dos de ellos, en los que yo creo faltó sustento dramatúrgico: uno es Grandi, que es ninguneado en todo momento por Mussolini (en impecable interpretación de Coco Chiarella) y otro es el yerno de éste que teniendo que representar lo que una facción católica del fascismo, solamente apenas esboza su contradicción al final de la pieza con un dictador a todas luces decadente.

Digo esto, porque hubiera sido mucho más rico que estos personajes que no tienen el relieve de caricatura que en buena hora tiene el Rey, sean los depositarios de cierta fuerza moral que se va manifestando contraria al dictador y solucionar su apariencia falsamente esquemática.

Con todo la puesta en escena se expresa en su universo de decisiones ideológicas y políticas que se repiten a lo largo de la historia y llega a ser un momento propicio para reflexionar sobre la carga de los acontecimientos si otras hubieran sido las determinaciones y la catadura moral de las personas.

Todo movimiento revolucionario tiene sus propias circunstancias y depende de las personas que lo llevan a cabo. Resolver las distintas disyuntivas de acuerdo a la moral y a los reclamos de las mayorías es siempre una regla que exige sus esfuerzos y no siempre los líderes están a la altura de ese esfuerzo.

Los que se comprometieron con Mussolini quizá tuvieron una expectativa más sana que el propio líder. No haberse comprometido con él o con otro cualquiera no nos exime del juicio de la Historia. Al contrario, nos hace perder la oportunidad de ser partícipes de algún enrumbe nuevo que quizá haga cambiar de signo moral al movimiento.

La política tiene sus "suciedades" como lo manifestó el propio Chiarella (padre) en la versión de LAS MANOS SUCIAS de Sartre. Ensuciarse un poco en ellas no es del todo negativo. Quizá sea más negativo permanecer indiferentes.

Luis Paredes
Asociación Peruana de Crítica e Investigación Teatral

martes, 5 de agosto de 2008

Crítica: LA MOSCA DOMÉSTICA y UN DOLOR AGUDO Y PUNZANTE


Dramaturgia atemporal


Siempre es grato ver en escena obras de autores nacionales, especialmente las del dramaturgo “más prolífico y distinguido de América Latina” (según mención de la Universidad de Texas - U.S.A.) y actual Secretario General del SAIP, Juan Rivera Saavedra. La Asociación Cultural Pegaso, bajo la dirección de Mary Oscátegui, lleva a escena en el Club de Teatro de Lima las comedias: “Un dolor agudo y punzante” y “La mosca doméstica”, escritas por JRS en 1967, y que dejan ver la aguda y certera visión del autor, pues ambas lucen muy actuales, o en todo caso, atemporales.

En “Un dolor…” se juega con la contraposición de caracteres en el espacio temporal: luego de un leve accidente, un muchacho vuelve a casa para lamentar exageradamente su suerte ante su sufrida madre. Con el transcurrir del tiempo, y de manera sorpresiva aunque gradual, la situación inicial se invierte, la víctima se convierte en lo que tanto temía y la madre adquiere un fuerte carácter, que la lleva incluso a dar rienda suelta a su lado socialista, siempre acompañada por el fino humor negro del autor.

Mientras que en “La mosca doméstica”, una de las pocas comedias peruanas de ciencia ficción representada frecuentemente desde su publicación, no se da tregua al espectador con las constantes e inesperadas vueltas de tuerca que tiene su historia. Un matrimonio en decadencia regresa a casa luego de asistir a un funeral, en el que ella perdió los papeles. La histeria y la soledad por la pérdida se ven acrecentadas por la paranoia generada por una sirvienta muy particular. La interpretación por parte de los actores genera la comedia y hacen creíbles los increíbles reveses del texto, que sorprenden hasta el final.

La puesta en escena, minimalista y ajustada, se sostiene básicamente en la dramaturgia y en el histrionismo del elenco. A destacar la actuación de Mary Oscátegui, quien se luce en ambas obras, construyendo personajes muy diferentes entre sí, tanto en expresividad corporal como en el manejo del ritmo y la voz. José Medina (en “Un dolor…”) y Walter Huallpa (en “La mosca…”) acompañan acertadamente a la actriz y directora del espectáculo, superando los baches en la operación de las luces y el sonido. Dos simpáticas comedias, no carentes de reflexión, muy recomendables para apreciar la atemporal creación dramatúrgica de JRS.

Sergio Velarde
05 de Agosto de 2008

lunes, 4 de agosto de 2008

Crítica: SOLO DIME LA VERDAD


Mentiras verdaderas o falsas verdades 

Una apacible y poco ventilada florería, en donde sucede el encuentro entre la guapa administradora de nombre Julia y dos jóvenes de la calle, es el sencillo y singular escenario en donde se dicen y se hacen muchas cosas, pero que ni el público ni los personajes de la obra saben a ciencia cierta, si carecen de absoluta verdad o desbordan de aparente mentira. En la obra “Solo dime la verdad”, de autoría de Daniel Dillon y con dirección de Carlos Acosta, la “normalidad” de Julia es resquebrajada con las historias (o cuentos) de estos dos conflictivos y conflictuados personajes, decididos a todo por sobrevivir, pues utilizan las mentiras como la mejor arma para lograr sus propósitos.

Tal vez el mayor acierto de la obra (o quizás para algunos, su mayor yerro) sea el de no precisar con exactitud la moraleja de la historia. “La mentira nunca es buena, mata el alma y la envenena”, una frase que todos conocemos, pero que aplicamos parcialmente (en mayor o menor medida) en nuestra vida diaria. ¿Pero es sólo este trillado mensaje lo que el esforzado grupo Libre Palabra quiere darnos a entender? Toda la puesta en escena, que busca aprovechar al máximo el espacio que ofrece el centro Cultural CAFAE, luce una especie de “artificiosa” naturalidad, que deja al espectador mucho en qué pensar al abandonar la sala.

El buen director Carlos Acosta, tan acostumbrado a dirigir obras teatralistas como “Hamlet Machine” o “La lección”, no logra ceñirse con la firmeza necesaria el corsé del naturalismo de esta pieza realizada por encargo, pero que en todo caso sirve para el lucimiento de una buena actriz, como lo es Fiorella Díaz en el papel de Julia, y para apreciar los avances de los jóvenes Gisella Estrada y Henry Sotomayor, quienes aportan nervio y convicción a sus personajes.

“Sólo dime la verdad” encontrará su sendero correcto con el transcurrir de la temporada, cuando las acciones de los personajes engranen perfectamente con los objetivos compartidos en dramaturgia y dirección, y que promete envolver (de verdad) al público asistente con estas falsas verdades o mentiras verdaderas, que constituyen las emociones humanas y que se dejan ver en este sencillo pero inspirado texto de Daniel Dillon.

Sergio Velarde
04 de agosto del 2008