sábado, 18 de septiembre de 2010

Crítica: BODAS DE SANGRE


Un digno homenaje a Lorca   

¿Cuál es la suerte que tiene un clásico del teatro en nuestra capital? Pues, lamentablemente, no pocos “productores” llevados por una inquietante codicia, deciden “rendirles homenaje”, preparándolos apuradamente, sin ensayos, sin pruebas de vestuario, sin análisis de texto y sin el menor intento por ofrecer un producto decente y estilizado. Sólo importa la venta en colegios y llenar salas con funciones vendidas, timando a despistados profesores y haciéndoles tanto daño a los pobres escolares, que probablemente, luego de ver dicho montaje, jamás vuelvan a pisar un recinto teatral.

Por eso, resulta motivador que el director Miguel Pastor, responsable de la excelente puesta en escena de Los cachorros de Varga Llosa, lleve a escena “Bodas de sangre”, capital e inmortal tragedia en verso de Federico García Lorca, como parte de la I Convocatoria de Ayudas a la Producción y Exhibición en Artes Escénicas en la Casa de España. El argumento es bien conocido: la Novia huye el día de su boda con su antigua pareja Leonardo, y ambos son perseguidos por el Novio desencadenando la tragedia. Todos los elementos lorquianos están presentes en la puesta en escena y en cada personaje: la Vida, la Muerte, el Amor y la Pasión; así como también los símbolos: la Luna, el Puñal y el Cuchillo. Rindiéndole homenaje a la película de Carlos Saura del mismo título, la música y el baile también están presentes con el ballet "Pasión Flamenca".

Acaso la principal dificultad para el total disfrute de la obra radique en algunas actuaciones. Los personajes secundarios brillan con luz propia y consiguen los mejores momentos: los gestos y miradas que vaticinan la tragedia de Mirtha Ibáñez, como la mujer de Leonardo; el veterano Ismael Contreras resulta totalmente convincente como el interesado padre de la Novia; la absoluta naturalidad de Carmela Izurieta, como la suegra de Leonardo; y la energía y técnica de Eileen Céspedes, en doble papel, como la Vecina y la Criada. Del elenco principal, sólo Carolina Infante logra transmitir el hastío y el apasionamiento sincero en sus primeras escenas, pero una vez desatada la tragedia, sus compañeros en este triángulo amoroso, no la ayudan a escapar del estereotipo. Tal vez la actuación más fallida sea la de una muy afectada Mónica Domínguez como la Madre: en este papel, crucial en el desarrollo de la obra, resulta muy melodramática y exterior en sus emociones.
Con todo esto, el texto de Lorca es infalible y la limpia dirección de Pastor lleva a buen puerto este montaje, que definitivamente crecerá en un espacio más amplio que el que ofrece la Casa de España. “Bodas de sangre” resulta de visión recomendable, no sólo por su clásico y contundente texto, sino también por ser un espectáculo digno y entretenido.

Sergio Velarde

13 de septiembre de 2010

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