martes, 26 de agosto de 2014

Crítica: LA LECCIÓN

Una lección del absurdo. 

Eugène Ionesco (Rumania, 1909 – Francia, 1994) fue uno de los representantes más importantes del teatro del absurdo. En sus obras, como La cantante calva o Las sillas (ambas ya estrenadas en Lima), sus personajes obran sin ningún tipo de lógica, sumergidos en tramas salpicadas por un cruel sentido del humor, y convertidos en seres atormentados y desamparados. Ese mismo “sinsentido” es el principal atractivo de este tipo de montajes: a veces aciertan con creces, como lo fueron Pervertimento y otros gestos para nada (2012) de José Sanchis Sinisterra o El triciclo (2011) de Fernando Arrabal; otros, no tanto, como en Te odio y te quiero (2012) basado en El cepillo de dientes de Jorge Díaz o en Día de campo o cómo sobrevivir al mundo (2013) de Cristian Palacios, por citar los más recientes. Una pieza clave dentro de la producción dramatúrgica de Ionesco es La lección, estrenada en la AAA con la producción del grupo Carpe Diem, que debe incluirse dentro del primer grupo.

La anécdota es bastante sencilla y a la vez, ridícula: una alumna que desea conseguir un doctorado (la directora Sofía Palomino) se presenta en casa de un profesor bastante mayor (Narayana Campos), para recibir clases particulares. Las preguntas van y las respuestas vienen, pero ninguno de ellos parece escucharse ni oírse en realidad. El grado de dificultad en las preguntas va en aumento, mientras que cada uno de los personajes evoluciona ante nuestros ojos: la confianza inicial de ella se ve pronto resquebrajada ante el persistente interrogatorio, mientras que él va dejando de lado su nerviosismo inicial para convertirse en un ser depravado. Lo absurdo de la trama se mantiene patente: ella puede escapar fácilmente, pero no lo hace, y es por ello que encuentra un triste final; mientras que las preguntas lanzadas por él, no solo no llevan a nada, sino que se convierten en el simple pretexto para alcanzar el clímax.

Con una sencilla y funcional puesta en escena, Palomino sale airosa de su doble función como actriz y directora. Narayana Campos, acostumbrado a personajes extremos, como en Arlequín, servidor de dos patrones o Comedia del Arte, caracteriza muy bien al Profesor. Sobria también la presencia del Mayordomo, interpretado por Oracio Rodríguez. Algunas imágenes como la Alumna yaciendo sobre la mesa o el nuevo Alumno apareciendo en el umbral para recibir la siguiente lección, resultan inquietantes y poderosas. La lección es un espectáculo recomendable que reverencia con respeto a su autor, que pone en evidencia la incomunicación del ser humano, y que bien vale la pena su visionado.

Sergio Velarde
26 de agosto de 2014

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