domingo, 21 de febrero de 2016

Crítica: LA EDUCACIÓN DE LOS CERDOS

Una tibia mirada a los excesos de la burguesía   

Desde hace algunos meses se encuentra en nuestro país la novel compañía española TOC Teatre. El colectivo estrenó La educación de los cerdos, con autoría y dirección de Víctor Zegarra Montes en el Teatro Ensamble de Barranco, luego de varias semanas de ensayo en la capital con la colaboración de la actriz peruana Camila Abufom. La pieza aspira a convertirse en una ácida crítica hacia la burguesía, retratando escénicamente una sencilla y trivial anécdota como es la llegada de un vanidoso y famoso gourmet llamado Richard a la residencia de una acomodada pareja, conformado por la guapa Margaret y el refinado Mike. Pero es en las formas en las que se encuentra el verdadero valor del presente montaje, pues la compañía menciona en la información disponible en internet, que se encuentra en la búsqueda de un lenguaje teatral propio fusionando varias disciplinas artísticas. Y si bien no supera a otras recientes puestas en escena con la misma temática, como por ejemplo, Víctor o los niños al poder (2014) de Roger Vitrac, la presente obra sí logra sostener su acción dramática gracias al talento de sus intérpretes.

Basada en La cata, un relato del popular escritor danés Roald Dahl (autor de Charlie y la fábrica de chocolates, Las brujas y Matilda, entre otras genialidades), la obra pretende desnudar el esnobismo que impera en la alta sociedad. Y esto se logra en gran parte, con la estirada composición de la pareja conformada por los actores Ángela Mesa y Samuel León como Margaret y Mike, respectivamente; ambos inmersos en diálogos superficiales e hipócritas, solo interrumpidos por aquellos intermitentes momentos en los que rompen bruscamente su compostura. La llegada del gourmet (Zegarra Montes) y la posterior apuesta sobre la procedencia de una botella de vino convertirán la apacible cena en un violento cuadro en el que el aparente equilibrio va desmoronándose gradualmente. Se observa un buen trabajo gestual y físico en los actores, que ya habían demostrado en su ópera prima A dos alas de la libertad (2014).

Por otro lado, el espacio que ofrece el Teatro Ensamble es bien aprovechado solo en un inicio, con Mike ocupando el segundo nivel, leyendo cómodamente su periódico en un sillón; mientras que la sirvienta (Abufom) espera atenta y de pie sus indicaciones, en el primero. Esta última tiene además, un comportamiento errático e inexplicable, pues si bien conserva una postura discreta y servicial, esta se rompe bruscamente sin razón aparente en varios momentos. Acaso dentro del terreno del surrealismo se puedan justificar algunas acciones, como el “elevador” que conduce a la cocina, pero acaso incluir más detalles de este tipo pueden servir para enriquecer la propuesta. El ajustado vestuario y el uso de las luces y sonido funcionan para crear la atmósfera deseada, acompañada por el buen desempeño del elenco. TOC Teatre consigue con La educación de los cerdos un sencillo y digno montaje que parodia con acierto a la orgullosa alta sociedad, pero que podría sumar puntos al incluir más elementos del absurdo. Eso sí, con los suficientes aciertos escénicos para volver recomendable el presente espectáculo.

Sergio Velarde
21 de enero de 2016

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