lunes, 11 de abril de 2016

Crítica: EL LEÓN

La dura vida del artista   

Nuestro prolífico Juan Rivera Saavedra formó parte de un grupo de dramaturgos que se propuso cambiar el panorama teatral en el país en los años 60, así como lo hicieron a su particular manera, por ejemplo, César Vega Herrera, Hernando Cortés o Alonso Alegría. La renovación y el acercamiento de las artes escénicas a la gran masa popular se logró gracias a las situaciones y personajes en los que se reflejaban la injusticia y la desigualdad social, que dicho sea de paso, arrastramos hasta ahora. Es el caso del sencillo texto de Rivera Saavedra elegido por el colectivo Molinos de Viento Teatro y su director Miguel Torres para este año, llamado El león (1967), presentado como una comedia familiar, pero que contiene ciertos elementos de denuncia social y pinceladas de un corrosivo humor que motivan la oportuna reflexión en los más pequeños.

El patio de la AAA es el escenario elegido para representar el interior de la carpa de un circo pobre. Recibe al público la humilde troupe: la dulce trapecista Liliana (Erika Najarro), el vanidoso equilibrista Cóndor Roca(Johann Allpas), el tosco domador Artiga (Ronie Cuba), el lacónico ilusionista Samy (Natalio Díaz) y el noble payaso Pantalón (Alejandro Mansilla). Las penurias económicas de estos artistas, sin embargo, puede que tengan una solución, de acuerdo a lo expresado por el inescrupuloso productor Baliño (Renato Ayllón): la llegada de un fiero león, que se convertiría en la gran atracción del circo, pero que debe ser alimentado antes de la función y ya no hay dinero para comprar alimento. La solución se deja caer por su propio peso: uno de ellos deberá sacrificarse por los demás y convertirse en la cena del felino, para así poder continuar con el espectáculo. Lo insólito de la trama sorprende por su profundo sentido social y que los más pequeños logran intuir.

Luego de la correcta comedia Más pequeños que el Guggenheim, Torres consigue una fluida puesta en escena, acaso algo discursiva (cada uno de los personajes debe explicar su utilidad en el circo por turnos), pero compensada por su corta duración y por el buen desempeño del elenco, especialmente Najarro y Mansilla. También se aprecia otra oportuna reflexión: la difícil tarea del artista y los sacrificios que debe hacer en favor del arte. El presente estreno de El león de Juan Rivera Saavedra recupera el sabor y el estilo de las obras peruanas típicas de aquella época y nos propone una pertinente reflexión sobre las injusticias sociales, que a pesar del tiempo transcurrido, poco han cambiado.

Sergio Velarde
11 de abril de 2016

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