miércoles, 2 de noviembre de 2016

Crítica: TITO

Una radiografía del mundo político que nos rodea  

Está bien, una exagerada radiografía pero radiografía al fin. Y es que si tuviera que decir rápidamente una cualidad de esta obra, diría la facilidad con la que reconocemos lo que ocurre en la obra. La familiaridad con la que, de pronto, vemos a los personajes y sus propósitos, y que viene de vivir en una sociedad en la que los políticos parecen haber olvidado que son elegidos para servir y no para servirse.

Por supuesto que “Tito”, obra escrita y dirigida por Sebastián Eddowes y Gean Pool Uceda, tiene varias cualidades más, pero voy a mencionar una que me parece básica: no está pensada para que hayan buenos o malos, y sería un error tomar partido por alguno de los “bandos” que se nos muestra, pues si bien es cierto que prácticamente al comenzar las acciones nos enteramos de que Alberto Guzmán, Tito, es un criminal, luego nos daremos cuenta de que no siempre todo tiene su contraparte. Para el bien de la obra, los autores no han buscado héroes que nos ayuden a lidiar con la suciedad de la historia. No, en “Tito” no hay héroes.

“Tito” es una obra en donde el pesimismo abunda, pero esto no es gratuito. Proviene del hartazgo. ¿Hay algún político que no se mueva por su propio bienestar? ¿Aún podemos confiar en las intenciones de la gente que pugna por llegar al poder?

Justamente es el personaje de la lideresa de izquierda, Tamara di Paolo, interpretado por Anahí de Cárdenas, la que refleja, en mi opinión, esta pérdida de la esperanza de los autores respecto a la realidad política. Di Paolo se va deformando conforme avanza la obra hasta convertirse en una suerte de caricatura perturbadora. No me refiero a la conducta sexual del personaje, la cual es expuesta (aunque a mí me resultó innecesaria la coreografía amorosa sobre la mesa pues parecía tener como propósito recordarnos lo bien que baila y lo guapa que es la actriz), sino a que vemos que ella también puede transar, cambiar y hasta olvidar sus compromisos políticos y su humanidad con tal de satisfacer sus fines, sean estos obtener el poder o una venganza.

Como dije antes, en esta obra no hay héroes, pero sí hay víctimas, pero son víctimas de sus propios apetitos. Y es que en “Tito” no solo son cuestionables los medios que se usan para llegar a los objetivos. Los objetivos también lo son y mucho.

En lo actoral, quiero resaltar el gran trabajo de Carlos Victoria, experimentado actor que no necesita presentación, interpretando a Tito, y de Sebastián Rubio como Aarón. Ambos nos conmocionan totalmente con sus actuaciones.

Para terminar, diré que sin bien “Tito” baja el ritmo, pasada la mitad de la obra, en ningún momento perdemos el interés pues lo que el texto nos dice es tan fuerte como real, y por desgracia para nuestro futuro, demasiado real.

Esperaremos con expectativa la reposición.

Daniel Fernández
2 de noviembre de 2016

1 comentario:

Invix dijo...

Hola Sergio, soy Gean Pool Uceda, gracias por la buena crítica.
Solo una apreciación, no es José Dammert, es Sebastián Rubio. La reposición empieza este viernes 4 de noviembre en el Teatro Racional.