miércoles, 31 de mayo de 2017

Crítica: RASTROS

La búsqueda sigue

¿Miedo a la muerte? ¡Uno debe temerle a la vida, no a la muerte!

“Rastros” es un melodrama escénico escrito por Christian Saldívar, dirigido por César Golac y estrenado en el Galpón Espacio. El elenco estuvo conformado por Natalia Bonifaz, Verony Centeno, Bernie Brouyaux, Abel Enríquez y David Huamán. Todo inicia con la música instrumental a cargo de la violinista Mariana Diez Canseco, dando paso así a la historia de Alcides y Gabriela, dos personas que no se conocen, pero que de alguna manera el destino favorecerá, más a una que a la otra. El único vínculo que existe entre ellos será el de sobrellevar el duelo que deja la Muerte. Por un lado, Gabriela le da el último adiós a su padre y por el otro, Alcides encuentra el cuerpo de una mujer tirada en la basura. Ambos, empujados por el dolor y la culpa, recurrirán a indagar en su propio pasado para así poder encontrar las respuestas que estaban buscando.

Tocar temas como la Muerte en el teatro nos entristece, pero es una verdad que no es ajena a nuestra realidad. Pero lo que importa aquí no es el muerto, quienes importan aquí son los vivos, el dolor que causa en los que se quedan, las sensaciones que provoca. Por desgracia debemos de vivir la vida lo mejor que se pueda y cuando al fin nos llegue la hora, debemos de aceptarlo de la mejor manera y con dignidad. Puestas en escenas como la obra “Rastros” te dejan meditando e incluso hace que el ser humano explore dentro de sí y cuestione su existencia sobre la vida.

Es una obra reflexiva, algo dramática y trágica. Hubo una escena en donde sale una de las actrices bailando y de repente hace que nos desconectemos totalmente de la obra, pero al terminar su baile nos vuelve a conectar. Me encantó la propuesta de usar como tema central  la Muerte como despedida y recurrir al Tiempo Ausente: es genial para poder comprender la historia. Se utilizó mucho la proyección de la luz para crear sombras y eso le da el toque místico. La escenografía es agradable y acorde a la temática. El montaje cuenta con música propia y sobre las actuaciones, todos estuvieron geniales. Es una obra que te atrapa e incluso cuenta con un final que no te esperas. Propuestas como estas vale la pena verlas y más aún, el mensaje que nos deja, sobre que la vida es una búsqueda constante, una búsqueda desesperada y desesperanzada: una búsqueda de algo que no sabemos qué es. Hay un deseo profundo de buscar, pero uno no sabe qué busca. Gracias por la función.

María Victoria Pilares
31 de mayo de 2017

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