sábado, 29 de julio de 2017

Crítica: COLÓN CONTRA COLÓN

Ir más allá

“Piérdete en el mundo y encuéntrate contigo mismo.” Nelson Mochilero

Primer montaje unipersonal de Johann Allpas, escrita por el chileno Sergio Arrau bajo la dirección de Jhon Arhuata, se presentó el 15 y el 22 de julio en la Sala Teatro Cuarta Maraña.

La puesta en escena empieza con el monólogo de Colón y la lucha interna con él mismo. A simple vista observamos a un hombre desaliñado y orate, que nos narra la travesía de su viaje para ir en búsqueda de nuevas tierras que conquistar. A estas alturas y por cultura general,   muchos ya han conocido y escuchado hablar de Cristóbal Colon, el navegante y descubridor de América. Y si nos preguntaran sobre el nombre de sus barcos o la fecha que la descubrió, la mayoría diría que tenía tres naves e incluso nos dirían que América se descubrió el 12 de octubre de 1492. Creo que hasta ahí, todos vamos bien. Pero si indagáramos un poco más, comprenderíamos por qué el afán que tiene para conquistar nuevas tierras y es eso justamente lo que nos trae esta gran puesta en escena.

“Colón contra Colón” nos muestra a un marinero que busca la oportunidad para hablar de su teoría hacia nuevas rutas y así poder mostrar lo que sabe. A medida que lo vayamos acompañando en su cruzada, nos iremos topando con sus vivencias, inquietudes, derrotas, frustraciones y aquellos deseos de reconocimiento, por lo que él comprenderá que tiene un llamado que seguir, pues escuchará una voz que le dirá: “Cristóbal, hijo del tejedor, Dios está contigo”. Es así que con Dios de testigo, él decidirá escuchar aquella voz que lo impulsará a seguir más allá.

Lo que gusta y llama la atención al espectador es la ambientación minimalista elaborada de papel ecológico e inclusive el vestuario, que fue hecho de tela. Fue simple pero elegante; y las naves hechas de papel e incluso la cruz, enriquecieron la obra. Esto nos muestra que a veces no se necesita grandeza para poder transmitir y compartir un buen arte. Sobre el trabajo corporal del actor, este se vio en cada momento. Soy consciente que hacer un monologo no es nada fácil e incluso mantener al espectador enganchado por casi una hora no es nada simple, pero me gustó el carisma y el trabajo bien armado del actor al conectarnos con su historia, de robarnos algunas sonrisas y sorprendernos con cada personaje que interpretaba.

La diferentes melodías de ambientación que usaron durante el desarrollo de las escenas fueron precisas, al igual que la iluminación. Me encantó el gesto que tuvieron el director y el actor, pues al término de la función, ambos se tomaron unos minutos para conversar con el público asistente y a la vez, resolver todas las curiosidades que teníamos con respecto a la obra. Sería genial que este tipo de propuesta se haga en la mayoría de teatros. Lo único que me queda por decir es muchas gracias por tan linda función.

María Victoria Pilares
29 de julio del 2017

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