jueves, 26 de octubre de 2017

Crítica: ENCARCELADOS

Esos trajes naranjas

Desde que su foto promocional apareció, con todos los presos posando encadenados con los trajes naranjas, la puesta en escena de Encarcelados parecía de manera consciente alejarse por completo de retratar la atroz situación de los presos en nuestro país como teatro testimonial, para convertirse acaso en la versión más “americanizada” de un drama carcelario. Ese dichoso color naranja podía transformar la obra ya sea en una versión teatral masculina de la serie de culto Orange Is the New Black, o simplemente ser un detalle superficial que no le aporte nada al montaje final. Pues ni lo uno ni lo otro: Encarcelados, estrenado en el Teatro Auditorio Miraflores por solo tres fechas, fue un tímido e irregular producto teatral que se queda en el camino al tratar de mostrar el horror de estar privado de libertad.

Presentada por Abuelo Producciones y con la dirección de Renatto Argüelles, Encarcelados sí que fue la versión encubierta de la premiada cinta española Celda 211 (2009), con líneas argumentales prácticamente idénticas, como la presencia de un policía encubierto (Jorge Luis Rivera) que debe intentar sobrevivir dentro de un peligroso pabellón sin levantar sospechas; hasta detalles triviales, como el aspecto del líder carcelario (César Gabrielli), muy similar al personaje que interpretó el actor Luis Tosar en la película mencionada. Pero lo que la cinta de Daniel Monzón logró en emoción y suspenso, no se percibe en el montaje de Argüelles, ni con un policía de rehén (apenas mostrado o siquiera mencionado), ni con la inexorable toma del pabellón por las fuerzas del orden, ni con la presencia de una pareja “moderna” (Franco Coloma y Christian Pacora), ni con la aparición del hermano del policía (el mismo Argüelles) que le revelará un terrible secreto al protagonista.

La nula tensión que se desprendió del montaje, con interminables conversaciones que dilataron con muchos tropiezos la trama, delató por igual la débil dirección y el irregular rendimiento actoral. Para los que vieron la primera escena (ya que varios espectadores entraron inexplicablemente ya iniciada la función), el final se adivinaba fácilmente. De continuar presentándose en el futuro, los responsables de Encarcelados deben replantear varios aspectos esenciales de forma y fondo en su puesta en escena, para lograr así fluidez y ritmo, al igual que prescindir de personajes y acciones que no sumen al drama. Pero especialmente, Encarcelados debe esforzarse por ganar una personalidad propia, más allá de aquellos uniformes naranjas.

Sergio Velarde
26 de octubre de 2017

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